UNA VISIÓN BÍBLICA DE LA GRAN COMISIÓN PARA TU VIDA, CIUDAD, Y EL MUNDO

0 861

¿Realmente creemos que el evangelio de Jesucristo puede transformar vidas, cambiar el mundo, e impactar la eternidad?

Si lo creemos, ¿por qué a menudo existe el desenfoque, desanimo, debilidad, y hasta descuido con relación a vivirlo consecuentemente expresado en la Gran Comisión dada por Jesus?

Jesus enseñó en parábolas que la semilla sembrada debajo de la tierra va echando raíces donde eventualmente sale la espiga que produce muchas otras semillas. La semilla que se siembra, aunque sea muy pequeña, tiene el poder de llegar a ser un gran árbol que da lugar a muchas aves. (Marcos 4:26-32) Estos son principios del reino de Dios que El estaba introduciendo y con el evangelio se multiplicaría en vivencia e influencia. Siguen siendo verdades operativas en la creación y reino de Dios.

Influencias pequeñas, perseverantes, y poderosas pueden tener efectos buenos o malos que afectan nuestras vidas, países, y la historia. Observamos los problemas de un mundo caído sea en un virus que causa pandemia, sociedades que establecen prácticas y leyes dañinas en contra de valores bíblicos, o individuos que deciden hacer el mal directamente afectando a otros en su familia o comunidad. Hay veces estos efectos y consecuencias negativas son evidente en varias generaciones que son dañadas. En contraste, vemos como la dedicación y logros de grupos o individuos inspiran y hacen posible avances y cambios positivos para muchos a su alrededor y en el mundo a través de la historia. Todo comienza con una idea, que produce una visión, la cual influencia a la acción y el cambio. Cuando esas ideas están basadas en las verdades y mandatos de Dios, tenemos la oportunidad de ser parte de ejercer influencias que hacen una diferencia eterna en nuestras vidas, Su iglesia, y el mundo.

Jesús fue enviado desde un cielo perfecto a un mundo alejado de Dios y quebrantado por el pecado. Vino a redimirnos por Su obra de salvación y enviarnos en Su Misión a este mismo mundo. No hay otra influencia más importante y necesaria que ese evangelio el cual Su iglesia y cada creyente es mandada a vivir, hablar, y accionar. Esta gran salvación es solo por Su gracia la cual nos transforma, inspira, y apodera a cumplir esta Gran Comisión en la cual podemos ser colaboradores. Mientras más descubrimos, entendemos, y obedecemos el evangelio en nuestras vidas, más reconocemos que somos llamados a entregarnos en manera completa y dedicada a esta misión de influencia eterna. No hay causa ni propósito de mayor potencial, valor, y efecto que el de Jesucristo y el evangelio. Para el discípulo de Jesús toda la vida debe girar alrededor de esta Misión bajo Su Señorío.

Esta verdad Bíblica nos desafía al ver las realidades y el contraste entre el mandato de Jesús y un mundo perdido sin El. Cuando Jesucristo es el Señor de todo lo que somos, tenemos, y hacemos nuestras motivaciones, perspectivas, pensamientos, y planes van a ser continuamente cambiados y orientados hacia esta misión que El está cumpliendo mundialmente hasta que regrese. Su llamamiento y misión para Sus discípulos y todos los que le siguen no es uno de autosatisfacción, realización, superación, o comodidad. Sigue siendo, y siempre será, un llamamiento de relación a El que lleva a una obediencia absoluta a Su misión.

“Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.” (Mateo 28:18-20)

Los apóstoles, creyentes, e iglesia del libro de Hechos experimentaron la influencia de este mandato, mover, y movimiento poderoso de Jesús impactando el mundo de su tiempo donde quiera que eran enviados. Testificaban, predicaban, y hacían discípulos afirmando la Palabra eterna de Dios en todo lo que hacían. El poder del Señor obró en Su iglesia. Se extendió el reino de Jesús en vidas y ciudades a través del Imperio Romano y eventualmente más allá en el mundo. La visión y mandato de Jesús en la Gran Comisión sigue teniendo su influencia poderosa y efecto increíble para la gloria de Dios y la salvación de muchos.

¿Creemos que este reto de unirnos a la Misión de Dios sigue siendo de igual urgencia, importancia, e influencia para nuestras vidas e iglesia en este y todo tiempo de la historia?

Nuestra razón de existir en glorificar a Dios es la de vivir en esa relación redimida e íntima para Su Misión. Cuando nos acomodamos a este mundo en sus valores, prioridades, o comodidades perdemos el enfoque y urgencia clara de la misión a la cual Jesús nos ha enviado. Cada día es una oportunidad de estar en misión con El donde Dios está obrando en corazones e influyendo en asuntos humanos y eternos. Cada creyente e iglesia está puesta por El en una ciudad y nación para ser de influencia para el evangelio. Nuestro llamado de vivir la Gran Comisión no se limita al lugar de residencia geográfica actual, sino que Jesús nos envía a otras personas, culturas y localidades para influir con el poder del evangelio. Dios está obrando continuamente en el mundo entero y nos llama como Su pueblo a unirnos a Su Misión llevando el evangelio, haciendo discípulos, y avanzando Su reino. Esto requiere compromiso, unidad, y colaboración de los creyentes para que juntos hagamos cosas mayores para Su gloria al ser partícipes en cumplir esta misión.

Este proceso comienza en la búsqueda y entrega por medio de la oración dedicada. Es allí en ese aposento alto donde Dios habla a nuestros corazones y nos trae a comprender más de nuestra necesidad y dependencia absoluta de El. Avivamiento espiritual proviene de Dios y nace del quebrantamiento, arrepentimiento, y dependencia en El a través de la Palabra, oración y unidad en Su iglesia. El resultado para creyentes y Su iglesia es la transformación de vidas en santidad con un carácter como el de Jesucristo y un movimiento del evangelio expresado en la gran comisión. Todo avivamiento y movimiento del evangelio y misiones de la historia, desde Pentecostés hasta la actualidad, ha sido cultivado y ha nacido en un sentir desesperado y profundo de oración apasionada y perseverante por un grupo, a menudo pequeño, de fiel y dedicados discípulos de Jesus.

No nos asustemos con tiempos de pruebas, retos, y desafíos. Son el terreno fértil que Dios usa para grandes oportunidades en Su Misión las cuales está elaborando y preparando detalladamente en Sus planes. Aunque nos puede lucir o hacer sentir inseguros, incapaces, o inciertos estos tiempos, es en esa búsqueda y dependencia intensa dónde Dios obra primeramente dentro de nosotros y en Su iglesia. Somos transformados por Su Espíritu y Palabra. Crecemos en fe creyendo que El nos está llamando y usará en seguir uniéndonos para cumplir Su misión.

“Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra. (2 Crónicas 7:14)

Si queremos ver más evangelismo, iglesias plantadas y revitalizadas, discipulado formativo, ministerios desarrollados, y expresiones misioneras se requiere este proceso de dependencia y transformación espiritual. Cuando hay arrepentimiento y confesión resulta en consagración y mayor compromiso. El poder de Dios obra a través de vidas e iglesias en esta relación y condición de espera, expectativa, y entrega absoluta.

¿Qué tendrá que ocurrir para que veamos este mover de Dios en nuestros jóvenes, matrimonios y adultos cristianos? ¿En qué maneras seguirá el evangelio poderoso tocando vidas y salvándolas por Su gracia resultando en bautismos y obediencia a Su Palabra? ¿Cómo equipamos mejor a los creyentes a salir más de las paredes de nuestras comodidades, rutinas y programas para ser sal y luz en el diario vivir y expresiones de ministerio y misión?

No les tengo respuestas sencillas o pragmáticas a estas inquietudes continuas, aunque pudiera abundar con información o ideas. Hay que intencionalmente llegar a buenos planes, estrategias y herramientas que Dios usa en unidad, cooperación, y colaboración de Su iglesia. Pero no es el punto de partido. El ejemplo y patrón de Jesus con el Padre y el del libro de Hechos es otro. Es el de dependencia absoluta y avivamiento que resulta en ese movimiento del evangelio siendo renovado e impulsado. Mayor que cualquier reto de este mundo en cada etapa de la historia, tenemos el desafío y mandato continuo de Jesus en la Gran Comisión. Para emprenderlo tenemos que primera y continuamente depender del poder del Espíritu en oración y con vidas consagradas obedecer Su Palabra en todo tiempo y circunstancia. Desde el libro de Hechos hasta la historia actual los avances de misiones mundiales se han hecho a pesar de obstáculos, persecuciones, y batallas espirituales continuas. Entre más oscura la noche más brilla la luz del evangelio para Su gloria y conocimiento de la verdad.

Dios permite que veamos y experimentemos un creciente avivamiento resultando en este mover Bíblico a través de Su iglesia en nuestros tiempos y vidas. El sigue deseándolo para cada generación e iglesia en toda etapa de la historia. El puede hacerlo en maneras inesperadas y poderosas para Su gloria. No será por nuestras fuerzas o grandeza sino por Su Espíritu y obrar de gracia.

“Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, ¡a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos!”Efesios 3:20-21

Si estamos deseosos y listos para ese mover de Dios que resulta en nuestras vidas y Su iglesia cumpliendo la Gran Comisión no dejemos de clamar en oración y colaborar unidamente en el evangelio. Más que una idea motivadora o influyente humana, es un llamado y mandato de Jesucristo a nuestras vidas y a Su iglesia. Miremos y veamos con ojos espirituales de compasión que nuestros vecindarios, las ciudades y naciones, grupos no alcanzados, y el mundo entero está necesitando el evangelio desesperadamente. La obra es grande y debemos pedir, formar, equipar, multiplicar, y enviar obreros para esa misión como Jesús lo hizo. Nuestros niños, jóvenes, y familias en cada generación están esperando que los guiemos y equipemos en este llamamiento y verdadero desafío el cual inspira e influye eternamente para la gloria de Dios. Juntos podemos ver y ser parte de un gran mover del evangelio y misiones.

¿Estás deseando este mover en tu vida y para tu iglesia? ¿Qué quisieras ver de cambio en tu comunidad y ciudad a través del evangelio? ¿Cómo luciría en tu iglesia si más personas ministran y viven en misión? ¿Crees que Dios quiere hacerlo en tu vida, iglesia y nuestra denominación Bautista del Sur juntos con Su reino?

Vamos a pedirlo unidamente en oración, y buscar de El obedeciendo Su Palabra, hasta que lo haga en Su tiempo y manera. Pero vamos a pedirle en fe y entrega total que lo comience en nosotros… “heme aquí, Señor, en mi gran necesidad y hasta quebrantamiento espiritual comiénzalo en mí. Transfórmame y lléname bajo la influencia de tu Espíritu. Envíame a vivir cumpliendo tu Misión eterna en la Gran Comisión”. No dudemos que Dios hará grandes cosas para la gloria de Jesucristo cuando nos unimos en Su Palabra y oración para en obediencia vivir y cumplir la Gran Comisión. ¿Lo crees?

“En mi puesto de guardia estaré, sobre la fortaleza afirmaré el pie. Velaré para ver lo que se me dirá y qué he de responder tocante a mi queja. Jehová me respondió y dijo: “Escribe la visión, grábala en tablas, para que pueda leerse de corrido. Aunque la visión tarda en cumplirse se cumplirá a su tiempo, no fallará. Aunque tarde, espérala, porque sin duda vendrá, no tardará. Aquel cuya alma no es recta se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá. Porque la tierra se llenará del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar. (Habacuc 2:1-4, 14)

Leave A Reply

Your email address will not be published.